sábado, 3 de enero de 2015

En proceso de cambio

Parece que se han aliado los planetas en El mundo con Ó. Y es que hace dos días que Ó es capaz de volver a conciliar el sueño sin teta durante la noche. Tengo que decir que no ha sido espontáneo sino un poco forzado por parte de Papá y mía. Habíamos llegado a un punto que yo no era persona en las 24 horas que tiene el día, Ó no descansaba, y Papá tenía que soportar mi mal humor matutino. El punto culminante ha sido estar este último mes durmiendo menos de una hora seguida todas las noches, y además, notar que a Ó parecía no bastarle con el pecho para dormirse.

Haciendo un resumen de estos 15 meses de lactancia materna que me gustaría exponer, he de decir que ha sido y es una de las experiencias más bonitas de mi vida, y también de las más sacrificadas. Me gustaría empezar desde el principio, y contaros los pros y contras con los que me he ido encontrando y cómo hemos llegado hasta aquí.



El 23 de septiembre del año pasado, venía al mundo de forma natural Ó, dando la vuelta a mi universo y abriéndome los ojos a la realidad. He de decir que desde la ignorancia, durante los primeros meses del embarazo, era de las que tenía claro que mi bebé se iba a criar con biberón. Todo eran beneficios del biberón: Ambos padres podemos participar en la alimentación, no me tengo que sacar la teta en ningún sitio, un biberón lo preparas en cualquier lugar, se puede alimentar al bebé aún en ausencia de los padres... En fin, lo veía todo de color rosa hasta que pasaron los meses, se acercaba el parto y yo ya había establecido ese vínculo afectivo con Ó teniéndolo en mi vientre. La cuestión es que Ó atravesó el canal de parto, lo posaron sobre mí, y trepó de tal manera que cogió mi pezón, se acomodó en mi pecho y ahí se quedó durante casi dos horas. Uno de los instantes que quedarán siempre en mi memoria.



A partir de ahí, ya no hubo biberón que mereciera la pena ni que pudiera competir con lo que era nutrir a mi bebé por mi misma, teniéndolo en brazos, durmiéndolo en mi pecho. Mantuvimos un par de meses de lactancia súper placentera, a demanda, durante el día y la noche, en las que Ó sólo se despertaba un par de veces desde su minicuna de colecho y todos dormíamos como bebés. A las semanas llegó la primera crisis de lactancia. Lloros y demanda de teta prácticamente durante todo el día. Alerta! "Ese niño se queda con hambre", "No tienes leche suficiente", "Dale un biberón para que se sacie", "Igual tienes leche pero no le alimenta". Bendito Internet y benditos foros de lactancia. La frase "Crisis del lactante" me hizo mantener la calma, ignorar opiniones externas y esperar con paciencia y con el pezón en boca ajena a que pasaran los días necesarios. Y pasan, y todo vuelve a la normalidad. Nosotros hemos pasado tres crisis, y seguimos con la lactancia, sigo con leche, y Ó sigue creciendo y pidiendo "tetita".



Quizá en una de las cosas en las que pequé de novatilla fue cuando en una de las revisiones pediátricas notaron que Ó iba "bajo" de peso y me recomendaron darle papilla de cereales, a medio día y por la noche. Si fuera ahora posiblemente no me hubiera despegado a Ó del pecho y hubiera evitado las papillas, porque esas dos tomas reduje la producción y luego tuve que recuperarlas de nuevo. Tengo que decir que en este proceso de introducción de las papillas, Ó pilló un miniresfriado y estuvo esos días pachucho y mimoso, como están los bebés cuando están malitos. Empezó a despertarse más por la noche (6-7 veces), y nunca más ha vuelto a dormir una noche del tirón. Así que estuvimos mes y medio con las papillas de cereales y la lactancia hasta que a los seis meses comenzamos con la alimentación complementaria. Según la pediatra, ahora no necesitaba papillas de cereales porque podía introducirlos en los purés de frutas en forma de galletas. Tenía que quitar las papillas de cereales, volver a darle teta en las horas en que ya no le daba, e introducir las frutas y verduras siguiendo las indicaciones del "papelito". Y lo intentamos pocas semanas, porque Ó empezó a decirme que el puré para mi tía y que le diera la cuchara, y la teta.
Así que continué con la lactancia a demanda, a la hora que quisiera, y empezamos con el Baby Led Weaning a los seis meses.



A día de hoy, Ó tiene 15 meses y come por él mismo casi todo lo que hay en la mesa. Y seguimos con la lactancia.
Han pasado varios meses y siempre digo que el amamantar es más bonito conforme pasa el tiempo. Tengo recuerdos imborrables de la crianza de Ó y muchos son con él en mi seno. Desde que era un bebé que sólo parecía estar cómodo en el pecho de Mamá. Cuando tras mucho jaleo de brazos buscaba refugio en mí. La primera vez que me miró a los ojos mientras lactaba. Tenerlo en la teta y que juegue con mi pelo o mi cara. La primera vez que dijo "tetita" levantando los brazos para pedir. Las sonrisas y los juegos que tenemos mientras mama. Cuando agotadísimo de gatear aún guardaba sus últimas fuerzas para mamar y dormirse conmigo. Cuando se acaba la primera, me mira y me dice "ya ta" y busca la otra. Todas las noches que ha dormido a mi lado, pegado y conectado a mí, como si fuéramos uno.
Pero hace unos días mi cuerpo decía que no podía más con ese ritmo de no dormir por la noche, y el cuerpecito de Ó parecía pedir un cambio también. Empecé a notar que me costaba más dormirlo. Lo hacía como siempre, en la cama y con él en el pecho, pero tardaba mucho más tiempo, y cuando lo conseguía, se ponía a llorar de repente, se retorcía y buscaba la almohada, se acomodaba encima de ella y ahí se dormía, solo y sin teta. Pero los despertares nocturnos seguían, de 10 a 12 veces cada noche. Yo no conseguía dormirme antes de que se volviera a despertar. Había entrado en un ciclo en el que se me había acostumbrado el organismo a no dormir, y no conseguía hacerlo ni durante la noche; que me la pasaba con Ó pegado en la teta, el brazo dormido en perpendicular, y dolor de cuello; ni durante el día cuando tenía un rato y Papá me aconsejaba que me acostara. Y Ó dormía seguido solamente de 21:30 a 00:00, el resto de horas era mínimo un despertar cada hora. No eran despertares muy molestos, ya que al coger la teta se quedaba dormido en seguida, pero era prácticamente imposible quitársela de la boca sin provocarle el llanto. Hemos estado así muchos meses. Muchos. Disfrutando enormemente por el día y no tanto por la noche. Así que fue cuando ya llevaba unos días con esos problemas al dormirlo, cuando veía que él buscaba almohada y no teta, cuando pedí socorro a Papá. Y efectos inmediatos, oye.



He de reconocer que me sentí "malamadre" y pensé que no estaba haciendo lo correcto. Le pedí a papá que se encargara él de dormirlo esa noche, después de haber estado yo dos horas con él en brazos sin conseguir más que sueños intermitentes y lloros. Le dije que lo cogiera, y lo durmiera él como fuera, como si yo no estuviera. Ahora empiezan a irse mis remordimientos de conciencia al pensar que una lactancia deja de ser placentera en el momento en que uno de los dos no está cómodo, y ni yo lo estaba ya, ni Ó tampoco.



Esa noche Ó lloró mucho rato, primero conmigo que no conseguía dormirlo, y luego en brazos de su padre, que le cantaba y consolaba, hasta que cayó rendido.
A las dos horas se despertó y fui yo quien lo cogió, lo acunó, le cantó y le contó un cuento, y sin llorar volvió a dormirse. Tuvimos otro despertar más así, y contándole que las tetitas tenían frio, que se habían ido a dormir, que teníamos que descansar, otra vez cantando y con distracciones nos volvimos a dormir, sin llantos.

Durante el día siguiente le reduje un poco las tomas diurnas por miedo a que volviera a asociar el pecho con el sueño, así que le dí a demanda excepto a las horas de las siestas, en las que se encargó papá de dormirlo.

La segunda noche, Ó hizo el gesto de dormir a las 22:00, juntando sus palmas a su mejilla, sin pedir teta. Me dio las buenas noches y un beso, me dijo adiós y buscó a Papá para dormir. Se despertó a las 3:00, papá lo cogió, le ofreció agua y volvió a dormirse tranquilamente. Hasta las 10 de la mañana estuvo conmigo en la cama.

Y así seguimos, con un despertar sobre las 5:00-6:00 en las que con unas caricias vuelve a dormirse.



Ahora Ó duerme y descansa. Yo todavía no, pero supongo que con el paso de los días todo volverá a la normalidad. Tenemos una lactancia diurna muuuuy placentera y unas noches tranquilas a las que todavía no estoy acostumbrada pero con las que me siento muy satisfecha. Ver a mi hijo durmiendo tan a gusto y pensar que lo puedo hacer yo, es un gran consuelo. He tenido que pagar el precio del destete nocturno; pero después de tanto tiempo ambos merecíamos un descanso. Quería compartir mi experiencia porque llegar hasta aquí me a costado muchos dilemas internos, discusiones con Papá, enfrentamientos con familia y conocidos que dicen que Ó es "demasiado grande" para seguir mamando, remordimientos y mares de dudas, y consultas en foros y debates; y sé que hay muchas mamás en la misma situación. Sólo quiero deciros que hagáis lo que os dice vuestro instinto y vuestro corazón.



Feliz año 2015, en el mundo con Ó no podría haber comenzado con mejor pie.


1 comentario:

  1. Geniales resultados! El mío tras 6 días con sus noches terribles de tetitis al final al dormirlo papi volvió a la normalidad y a dormir, él y nosotros.

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